Bésame la espaldamientras entibias mis nalgas.
Que tu cadera se acople a la mía
y produzca un vaivén de pasión.
Con lujuria toma mi alma.
Arrástrame al fuego eterno de la perdición.
Arrima el pecado a nuestra conciencia, sin razón.
Transpórtame a distintos lugares,
que no quede rincón alguno sin que recorras.
Poséeme eterna e inmutable.
Que nuestros cuerpos se fundan entre sí,
que sean eslabón de cadena,
que no pasen los años...
Que me traspase la espada del Ángel
que cuida el Edén.
Derribémonos desnudos
y prometamos pecado sin fin.
Que nuestros gemidos aleteen.
Hazme subir y bajar por la copa del árbol
de dónde Adán tomó la manzana.
Hazme sentir la Eva,
por la que se perdió el paraíso.
Hazme sentir la serpiente
que te orilló a pecar...
