05 marzo 2009

¿Por qué mi abuelita tenía que morir?...


"¿Por qué mi abuelita tenía que morir?"... pregunto y pregunto...

Quizás porque a sus 84 a
ños, su cuerpo estaba cansado de tanta medicina... Quizás porque extrañaba a mi abuelo, quién se le adelantó sin avisarle...
Quizás porque no existía un doctor que aliviara sus dolores de pecho y estómago... Quizás porque no podía comer el chile chipotle, que tanto le gustaba...
Quizás porque no quería usar pañal y perder su dignidad...

Quizás porque estaba harta de tanta gritada...

Quizás porque necesitaba ser recordada...

Quizás porque le hastiaba estar sola tanto tiempo, en su sillita arrinconada...
Quizás porque quería ser enterrada un día como hoy...


Las abuelas y los abuelos tienen que morir...


¿Para poder llorar por ellos?
¿Para poder apreciar su sabiduría?

¿Para reconocer que un día moriremos igual?
¿Para tener pretexto de reunión familiar?
¿Para usar su muerte como recuerdo de los otros, perdidos y olvidados?...


Creo que las abuelas y los abuelos tienen que morir, por que a Dios le urge gente sabia y con experiencia curricular de la vida para que lo asesore en el cielo...

Mi abuelita fue una mujer muy sabia, que supo dirigir una familia numerosa a temprana edad y abandonarnos justo cuando hemos aprendido a caminar solos por el sendero de la vida...


Abuela: salúdame a mi abuelito Ariosto y platícale de cómo han cambiado las cosas en su antiguo Tuxtla... A mi papá dile que tiene dos nietos preciosos y que soy muy feliz realizada como madre y esposa, y mientras te alcanzamos, enséñales a ser buenos ángeles guardianes desde allá arriba, ¡tu sabes mucho de eso!...

Aquí abajo recordaré tus brazos que me criaron, que me consolaron, que me dieron de comer y que se despidieron de mí... ¡¡¡ahhh!!! y tu olor también lo recordaré abuela, a flor de gardenia recién cortada...

P.D. Espero que te hayan gustado las flores amarillas. Ten cuidado, porque soñé que la luna y el cielo se caían y no quiero que te quiebres el brazo de nuevo con otro porrazo... y, mientras toco por última vez la puerta de entrada a tu casa, un último: "¡Geeeente vive, o no vive geeeente en la casa!"

Hasta pronto, abuela, hasta pronto...


Atentamente:

Tu hija, que ha llorado un chingo por ti: la Pinche Tuga Pendenciera.
"Mi abuelo y mi padre, techo y pared. Mi abuela y mi madre, cimiento y piso"

Texto dedicado a la Sra. Juana Ramos Fernández, sabia madre y excelente abuela. Falleció el día 04 de marzo de 2009, en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. La sobreviven 5 hijas y un su chunco; cuatro nietos que se preguntan: "¿por qué mi abuelita tenía que morir?" y 2 bisnietos que disfrutaron al máximo su amor.