
Tu lengua en mis piernas resbala serena.
Me agito y grito un suspiro, deseo apagado.
Tus dedos tan dentro,
me frotan y queman y humedecen la tarde
de éste lluvioso verano,
al compás de relámpagos
y truenos que suenan,
los acompañan gemidos de cama.
Compañeros invisibles que acampan desnudos
esperando el reposo, para dar inicio
a otra tarde lluviosa de sexo
y promesas sin fondo, con palabras cortas
que dirigen y exigen cada vez más placer.
Extiendo mis brazos como mariposa,
con húmedos senos posados en tu boca,
mientras en mi cuerpo
abundan semillas maravillosas.
Me entrego completa,
lasciva a este río salado
donde quiero pernoctar...