22 febrero 2009

Derrota tallada en mi alma


Estuve allí...
A centímetros gimiendo,
como una impotente guitarra
de cuerda flácidas, muertas,
por el presagio de la victoria de tu mano,
que como lluvia de notas,
música rehizo en mi cuerpo,
cayendo inclemente por la derrota
innominada a un vacío incierto.

No tengo valor para escribir tu nombre en mis frases
por temor a que estas hojas sean blancas,
inocentes, y algún día sangren en un dolor agudo
como un arroyo cruel de un adiós vacilante
luego de veces ver tu cuerpo.

Nadie lo sabe,
pero me tallaste totalmente el alma,
con tus tersas manos gloriosas
y ante mi insaciable y cruda penitencia,
te presentaste todo tierno e inexplicable.

Ahora tengo la esperanza de que sanarás mi suplicio,
mientras sigo aquí, a unos cuantos centímetros gimiendo,
como esa guitarra que aprendiste a tocar,
toda impotente, de cuerdas flácidas,
y yo con mi maldita certeza de una derrota más...
tallada en mi alma.