09 marzo 2009

Máscaras Mexicanas: la realidad de la Sociedad en México

“Máscaras Mexicanas”, es un monólogo interno, que Octavio Paz realiza como parte de la obra Laberinto de la Soledad, en donde se refiere a la arquitectura en que el espíritu de la sociedad mexicana, se encuentra construido como resultado de una serie de factores que tienen que ver con la unión de costumbres culturales, sociales, religiosas, políticas y económicas y que fundamentan el sistema social. El uso del lenguaje metafórico de Paz, inquiere al alma del mexicano, espíritu y alma unidos para preservar una cultura y lo implícito en ella. Las costumbres no parecen aprendidas, sino más bien heredadas genéticamente de generación en generación. 

Octavio Paz, usa el elemento de las máscaras mexicanas, como una tradición venida de culturas prehispánicas, que ha sido herramienta para la expresión y representación del “ser” del mexicano a lo largo de los siglos: machista, misógino (hasta las mujeres mismas lo son), elitista, irrasonable, agresivo, racista, envidioso y doble en su actuar, plantea que: “…el mexicano se me aparece como un ser que se encierra y se preserva… Plantado en su arisca soledad, espinoso y cortés a un tiempo, todo le sirve para defenderse... Tan celoso de su intimidad como de la ajena… una mirada puede desencadenar la cólera…todo puede herirle, las palabras y sospecha de palabras… En suma, entre la realidad y su persona se establece una muralla, no por invisible menos infranqueable, de impasibilidad y lejanía. El mexicano siempre está lejos, lejos del mundo y de los demás. Lejos, también, de sí mismo.”

Mediante las máscaras, el mexicano busca su identidad: animales, dioses, demonios, santos, hombres, mujeres; y la reflexión de Paz debate entre la identidad del mexicano y su relación con su entorno social. El lenguaje no demerita el sentido metafórico, que no realiza una discusión epistemológica, al no llegar a la discusión respecto a la concepción misma del concepto, sino que el uso es directo y la personificación le brinda las características del tradicionalismo en que se desenvuelve la sociedad mexicana.

En este ensayo, se ponen al descubierto “los límites de nuestro ser”, una dualidad con doble fin: la debilidad de una cultura sumamente machista, que no brinda espacio de opinion a la mujer, pero que además está sustentada en un matriarcado; y la fortaleza de la voluntad inquebrantable, regida por elementos femeninos: la madre tierra, la Virgen Madre y la patria. Una sociedad donde la mujer llega a ser objeto pasivo, hasta por desición propia, pero no indiferente al dar continuidad a una sociedad con cultura machista. 

Por otra parte, refiere el mal general de la sociedad mexicana: la mentira. Vivimos en una sociedad que cada vez más está inmersa en una simulación de otras sociedad influenciada por los medios de comunicación. Con la mentira pretendemos la defenza de la sin razón para no razonar, y escudarnos en una intimidad fingida (máscara) que se verá doblemente evidenciada en ese ser “hermético” e indiferente que usará una serie de mecanismos para mentir y mentirse así mismo, debido al miedo de lo que se pueda opinar de uno mismo. Estas mentiras (máscaras) sirven para ocultar los valores citales de la sociedad y adherirse a arquetipos para no ser evadidos por la mayoría: “El hermetismo es un recurso de nuestro recelo y desconfianza. Muestra que instintivamente consideramos peligroso al medio que nos rodea… ¿hasta qué punto el mentiroso de veras miente, de veras se propone engañar?; ¿no es él la primera víctima de sus engaños y no es a sí mismo a quien engaña? El mentiroso se miente a sí mismo: tiene miedo de sí.” 

Aunque el mexicano se celebre como un ser “individualista”, tiene un grave problema con la dualidad, demostrado en su propio uso del lenguaje, su desenvolvimiento con la sociedad, la relación que sostiene con el mundo femenino, su pensar pasivo y accionar agresivo, pero Paz lo justifica al mencionar la “doble influencia indígena y español” y es en donde aparece entonces la necesidad de búsqueda de la identidad personal: será una personalidad "decente", o una "sufrida", ante la adversidad que nosotros mismos formulamos. “La peligrosidad no radica en el instinto sino en asumirlo personalmente.”, dice Paz, esto ante la incapacidad de razonamiento lógico, presentado por la “manifestación indiferenciada de la vida”, en el sentido en que el mexicano “no tiene deseos propios.”

“No sólo nos disimulamos a nosotros mismos y nos hacemos transparentes y fantasmales; también disimulamos la existencia de nuestros semejantes.”: no aceptamos lo que somos, ni mucho menos lo que son otros miembros de la sociedad, vivimos en el conformismo total, tratando de ignorar lo que nos altera y disimular lo que puede alterar a otros, esto nos convierte, dice Paz en individuos ignorantes, deliberados y soberbios. Buscamos fórmulas que nos lleven a ser cada vez más machistas, misóginos, conformistas e indiferentes y de manera definitiva “más radicales”, como una disculpa a la naturaleza de nuestra existencia.

Por eso, las "máscaras mexicanas" seguirán siendo la tradición del actuar de los individuos que conformamos la sociedad en México: ¿feliz día internacional de la mujer? mmmjuuuu... FELIZ DIA DE LA MÁSCARA MEXICANA...

Te deseo en sexo, otra vez...


Siento tus manos tibias recorrer mi gélida piel,
por la ausencia de la pasión.
Mientras bailamos suavemente,
tu miembro crece al vaivén de mis caderas.
Mi sexo suda el placer que tu convocas.
Mi humedad incrementa con tu presencia.
Las caricias gimen la voz de nuestra alma y 
tu corazón late al ritmo de mi clímax.
Impuesto por los dos está el deseo, 
un miedo invade mi alma…
no sé si podré amarte.

Murmuras un ruego a mi oído.
Gemimos por el placer del acercamiento.
Lloramos por lo imposible.
Pierdo la razón en un beso prometido…
que nunca llegó.

Te añoro en una caricia nocturna.
Palabras frías que entumecen más la noche.
Ambos nos arrepentimos por no declararnos.
El deseo nos inunda y expira un insaciable placer.
Tu olor me invita al pecado.
Inconscientemente te estrecho:
desnudo, carnoso, sediento, húmedo...
Te siento venir al paraíso del placer.
El baile promete gozarnos en la satisfacción pútrida
de nuestros vestidos.
Sabemos que al menor roce nuestros sexos se encuentran 
y transforman nuestras mentes.
Tus caricias me invitan a llegar al final…
y como eco vas detrás mío.

Anhelamos que el bongó no termine
para perpetuar nuestro acercamiento.
Los aplausos nos despiertan:
sólo has podido penetrarme
en la oscura neblina de nuestro ser.
Fantasía sexual es nuestro nombre
y cada vez que podemos llegamos a la cumbre.
Te ves ansioso, temeroso a insistir:
y yo…
te deseo en sexo, otra vez.