04 abril 2009

Soldaditos de Plomo


Cuando mis nietos ven de esos camiones con harto militar arriba, me dicen: -Mirá abuelito, soldaditos de plomo. Es que desde que la mamá les contó un cuento, piensan que son de juguete. No saben lo duro que es ser militar y estar recluido por meses, sin una buena cama, sin buena comida, sin mujer. Yo lo sé de cierto, señora, yo soy militar retirado. Mire usted. Yo fuí Sargento Segundo del Ejército Mexicano, defendiendo a la patria y perteneciente al Treinta y Cinco Batallón de Infantería. Muchas noches me la pasaba en vela, soñando mujer. Después conocí a Micaela, mi esposa. Con la que he vivido por cuarenta y cinco años y con la tengo cuatro hijos. Por muchos años manejé de esos camiones grandes que servían para trasladar a la tropa y, cuando habían desastres naturales como el temblor del ochenta y cinco o la explosión del Volcán Chichonal, aquí en el Sur, se trasladaba comida y ropa, camas y almas que quedaban atrapadas y que rescatábamos para llevarlas a los campamentos a buen cobijo. Fue cuando me quedé en Chiapas y me traje a la Micaela. Pedí mi traslado a la Séptima Región Militar, para ser el encargado de comunicaciones. Ahí se aprende mucho, sobre todo a ser discreto, todo por la patria pues. Y es que es mejor estar concentrado en una ciudad que en la selva o en la sierra, siempre soñando mujer, siempre deseando a la Micaela. De mis cuatro hijos, dos están casados y otros dos terminando sus carreras. Tengo un contador y una doctora. Próximamente un abogado y un maestro. Todo lo que una familia desea. Sólo faltó el cura, porque el militar fui yo... jajaja... pero mi Micaela es una santa, de veras. Así como esos militares, que ven pasar mujer y se les antoja porque llevan muchos meses concentrados allá en la montaña, a mí no señito, yo sólo podía pensar en la Micaela y fue de ley la mujer, me esperó para casarnos y luego para que la trajera acá. Nunca vio hombre y yo nunca deseé a otra mujer. Llegaban de esas mujeres que buscan hombres para que le paguen, espero no ofenderla señora, para que les paguen por tener sexo. Pero mire usted, yo nunca necesité de eso, sólo pensaba en la Micaela. Y pos ya van los cuarenta y cinco años y seguimos juntos, pues. Y espero que así nos muramos, siempre juntos... ¿Dónde merito va usted a bajar?....

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