Al amanecer recorro mi ciudad amada,
la más mía de todas las ciudades.
En la luz que vibra dorada como acorde de guitarra,
en tu silencio azul humoso, en una dormida hora,
se unen pasado y presente y mis ojos se vuelven a enamorar.
Sé como en aquél distante día invernal,
cuando descubrí en este valle encantado el amor.
Suelto y vulnerable sueño,
en que recuperas la inocencia, la inexperiencia, la transparencia.
Quiero ser compañera invisible del sol,
pisar sin ruidos los charcos que dejas en las sombras.
Me filtro por entre las rejas y celosías de tu casa,
por entre las ramas de los flamboyanes,
acaricio la loza tibia, hurgo en el zaguán,
despierto los geranios y las bugambilias,
chapoteo con mis pies la luz de la luna callada
y ayudo al viento a tender su olorosa sábana de distintos aromas:
pan, café y canela, tu aliento y sexo.
Sobre las piedras se asoman cautos los camaleones del recuerdo.
Me acerco y se disfrazan con las formas y colores del presente.
Astutos miden mi intención con sus ojitos de azabache burlón
y con un vivaz movimiento de su carita quebradiza,
escapa de mi mano indecisa.
Quedo humilde, paciente,
mientras me siguen los pasos de tu recuerdo.
Por momento, trotas a mi lado como haciendo creer que eres mi dueño.
Luego, inseguro ante mi indiferencia,
te adelantas y me esperas ansioso en cada esquina,
detrás de algún árbol.
Me siento culpable y titubeo.
Huyo, no sé si hacer un gesto de amor, amistad o rechazo.
Yo misma no lo sé.
No.
No quiero recuerdos.
Aquí, en este día que comienza,
lavo mi memoria y me desnudo, me reinicio.
Despiertan las campanas.
Llaman a la fe, a la paz, a la vida,
y mientras el tan, tan, tan, se escucha,
mi pecho grita un canto de gozo y de dolor.
Foto: Patio Central del Museo-Hotel Na Bolom, A.C.,
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.
* Poesía publicada en la Antología "Jaime Sabines: 83 Aniversario, 83 Poetas"
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