08 enero 2009

Atrapa-Sueños: Rinoceronte


Cuando entró al departamento sin decir una sola palabra, deslizando su esbelta figura por entre los sillones de la sala, pude observar que al cuello llevaba una cadena de plata con un dije de plomo en forma de rinoceronte. No quise interrogarla, Laura siempre era misteriosa.

Al darse cuenta que miraba constantemente la pesada cadena que le hacía agachar la cabeza, trató de ocultarla con el puño y corrió a su habitación. Algunos minutos despues, un denso humo salía por debajo de la puerta. Creí que estaba fumando, lo hacía a escondidas de mamá. Yo conocía su secreto. Al ver que el humo era más espeso, toqué a su puerta una, dos, tres veces y cada vez más fuerte. Mi insistencia hizo que Laura abriera y con un jalón que casi arranca mi brazo, me introdujo a la habitación.

Estando dentro y un poco confusa, observé que la fuente de tanto humo era que con sus locas y raras prácticas de mágia, Laura había abierto un túnel, como del tiempo y por él asomaba la cabeza de un enorme animal. Laura se rió traviesa y me interrogó sobre lo que me parecía tener un rinoceronte como mascota.

¡Un qué!... No era lo mismo hacer colgar del cuello un dije con la forma de un gigantesco animal, a tenerlo como mascota, alimentarlo, cuidarlo, limpiarlo… ¡y si tan sólo tuviésemos un jardín! ¿Cómo iba a poder subsistir en un edificio que casi se cae con el último temblor? Definitivamente Laura estaba loca. En nuestro departamento, ubicado en el quinto piso, apenas contábamos con un pasillo que servía de sala, comedor y cocina, y otras dos estancias, una que yo compartía con mi madre y otra en la que Laura vivía rodeada de un sin fin de rarezas: un feto en formol, animales disecados, atrapa-sueños, un altar con muchas imágenes y velas de todos los colores, cactus y botellas con esencias de distintos aromas… ¡esto era una locura!, ¿un rinoceronte de mascota? ¿Habíase visto tal cosa?.

Durante un hora traté de convencerla para que desapareciera a la bestia; casi llego al llanto cuando Laura dijo, con cara burlona, que bastaba con tomar una tijera y cortar el túnel por la mitad y entonces el hechizo practicado desaparecería.

Lo intentamos, pero fue en vano. Ahí seguía el túnel expulsando poco a poco al rinoceonte, quien había logrado colocar sus extremidades delanteras dentro de la habitación. Para colmo, el reloj colgado en la pared de la sala, frente a la entrada principal, comenzó a sonar a las ocho, hora en la que mamá regresaba de trabajar. Así que el asunto del rinoceronte se tenía que solucionar inmediatamente o de lo contrario tendríamos problemas para convencer a mamá sobre la aparición del animal, así como para sacarlo del departamento.

Mi desesperación me hizo tomar los primeros objetos que encontré y arrojarlos sobre la bestia, para hacerla retroceder. Laura me ayudaba cortando en pedazos el túnel pero el rinoceronte no desaparecía. Arranqué el atrapa-sueños que colgaba del techo, lo arrojé sobre la cabeza de la bestia y la imágen se diluyó…

3 comentarios:

Hugo Montaño dijo...

Te cuento algo, ahora que tratas lo de los sueños.

Últimamente sueño que fumo... y con el sueño vienen sabores y olores vívidos. No hago otra cosa más que eso... en un patio de quién sabe qué casa. Hace más de 12 meses que dejé de fumar. Lo hice durante 16 años. Sin embargo, el sueño es recurrente. Creo que ya pasé mi período de desintoxicación... espero comenzar a sanarme.

Saludos.

Serpiente sabor Sandía dijo...

Achis... posiblemente tu sub-consiente extrañe algo o parafraseando al bien ponderado maestro Ramón de Dios: "Algo quiere tu cuerpecito", jajaja... saludes!!!

Luger Himmlisch dijo...

Hay que hacer mas de estos cuentos....definitivamente....