El cuerpo de Candinga fue rescatado del basurero, dos días después de su muerte. Luego de que doña Tere se encargara de realizar la autopsia y determinara que estaba totalmente muerta, Candinga asistió a su involuntario funeral en el terreno baldío, a un costado de la mansión. Al entierro no pudo llegar Pepe, debido a que la noche anterior fue aplastado por una ráfaga de aplausos, mientras se celebraba el cumpleaños de doña Josefa. Quien lloraba y lloraba era Coco, pues ya no tendría a nadie más que le planchara tan espléndidamente los pantalones. El grillo Augusto y doña Cuca, tampoco pudieron asistir: escucharon la amenaza de que fumigarían la casa para desaparecer a las plagas que ahí abundaban. ¡Pobre Candinga, de la que se salvó!.
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