Ahora tu nombre es la pared de mi cárcel,
dibujada expresa por mi inconsciencia,
que cree que el amor es el platonismo total.
De qué sirven los talismanes
que a diario guardo en mi morral:
las cosas comunes,
las costumbres añejas,
el nombre de mi padre muerto,
las letras de poemas que aún no tienen musas,
las horas que te pienso,
el cocodrilo en mi cama,
una sonrisa coqueta...
Éste cuarto es irreal porque estás ausente.
Aún no puedo transitar por la mente
del hombre que me agrada.
Evito caminar por la esquina en que vuelves la mirada,
y recorro el camino donde a diario susurro tu nombre.
Tengo un cajón lleno de recuerdos,
donde ahora apilo nuestras horas compartidas,
las ganas de decir "te quiero",
mi corazón jubiloso cuando me abrazas
y este pensamiento: uno más.
3 comentarios:
¿Sufrir para merecer? de otro modo el sabor se lo tiene que inventar uno mismo.
Saludos!
:D
El sentimiento de tus letras es transmitido a mis sentidos, que deleite para los pasajeros de esas congojas, Saludos S.S.S. !!
Gracias por pasear por este humilde blog... Saludos!!!
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