Palabras, verdades, mentiras,
sombras hundidas,
lo que ves a diario, nada más,
¡la vida de todos los días!.
En ti vivo, respiro y muero.
Tus espíritus en mi abundan.
Ahora la tierra me envidia, por que
los dioses me concedieron tenerte.
¿Y mi profunda mirada?...
Un fuego que acompaña
el fulgor de tu pecho:
sonido vibrante, audaz,
con un alma dulce y tierna.
Atrevido de las manos, estrecharlas quiero,
besar tus ojos anhelo, destronarnos juntos
y descendernos a un abismo cielo,
donde todo a nuestro alrededor crece y no recelo.
Y si por broma tú preguntas:
¿yo dirijo?,
cuando mi pulso late más fuerte,
cuando mis canciones esperan por ti,
cuando sólo tú puedes inspirarme,
cuando nombras cada sílaba
y compartes lo que debes confesar,
cuando no respiras...
Es porque acompasadamente la amada
nombra los sonidos, y la cadencia
dice tanto que resuena como
algo maravilloso en tu mágica existencia.
Si volteamos,
descubrimos un millón de sensaciones
ocultas en los pensamientos,
como una hazaña eterna e inmutable.
Dulces besos que anhelan
ser más dulces todavía,
tener resplandor de éter,
leerse en estrellas parpadeantes
y nacer en los labios de estos dos amantes
que se tornan sinceros, como palabras de refrán.
Fotografía: Susana Catalá Trujillo.
"Atardecer en la Selva Lacandona"
4 comentarios:
es como caer sobre tus palabras, a gotas, vuelvo de abajo, leo, algo late late... silencio
Gracias por regresar Melqui.... saludos!!!
Querida Serpi:
Buen texto... pero la foto... no marches... está de lujo... mandala... para que la anexe a mi colección de cielos... créditos incluídos, claro está.
10-4
Jajaja... siéntase en libertad de tomarla, ya publicaré más... saludos!!!
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